Las puertas de las escuelas en todo el mundo han estado cerradas durante varios meses para contener la propagación de la pandemia COVID-19. Durante esta crisis, hemos visto una cantidad increíble de esfuerzos a gran escala para utilizar la tecnología en apoyo del aprendizaje remoto. Al mismo tiempo, esta crisis ha expuesto los desafíos de la tecnología en la educación, incluidas muchas inequidades que comienzan por la falta de acceso a computadoras e Internet.
Debido a su impacto de gran alcance, la pandemia de COVID-19 nos ha brindado conocimientos masivos sobre cómo el papel de la tecnología puede cambiar radicalmente para llegar a todos los estudiantes y cómo adaptar los procesos de aprendizaje en tiempos difíciles. ¿Cómo podemos garantizar el acceso continuo a la educación? ¿Y cómo podemos apoyar a los estudiantes que son desplazados físicamente de las escuelas?
La tecnología digital en la educación nos permite encontrar nuevas respuestas no solo a lo que aprenden los estudiantes, sino también a cómo aprenden, dónde y cuándo aprenden. Además de eso, la tecnología digital puede ayudar a impulsar el papel de los profesores. En lugar de simplemente comunicar conocimientos, pueden convertirse en co- creadores de conocimientos, entrenadores, mentores y evaluadores.
La tecnología digital en la educación nos permite encontrar nuevas respuestas
Los sistemas de aprendizaje digital existentes, por ejemplo, pueden ir mucho más allá de la mera enseñanza.
Con el poder de la inteligencia artificial, estos sistemas también pueden observar cómo aprenden los estudiantes. Además, pueden descubrir qué tipo de tareas y pensamiento les interesa más y qué tipo de problemas les resultan aburridos o difíciles. Estos sistemas pueden adaptar el proceso de aprendizaje para adaptarse a los estilos de aprendizaje de los estudiantes individuales. Y, lo más importante de todo, pueden hacer esto con mucha más precisión de la que podría lograr cualquier salón de clases tradicional.
Si bien la tecnología digital ha sido fundamental para ofrecer acceso continuo a la educación durante los últimos meses, debemos plantearnos críticamente esta pregunta: ¿Qué tan efectiva ha sido la tecnología digital para llegar a los casi 10 millones de estudiantes que están matriculados en Colombia?
Es aún más aleccionador descubrir que una gran población de los estudiantes que el COVID-19 mantiene fuera del aula no tiene acceso a una computadora doméstica y ni siquiera tiene acceso a Internet en casa. Además, tener en cuenta que otros estudiantes viven en zonas rurales que no cuentan con redes móviles o acceso a redes de internet.
Muestra claramente que los desafíos para garantizar la continuidad educativa no se detienen con el despliegue de soluciones digitales para el aprendizaje a distancia.
También debemos prestar mucha atención a que la tecnología en la educación no amplificará las desigualdades existentes ni profundizará la brecha digital. Si no hacemos eso, los estudiantes de entornos desfavorecidos permanecerán excluidos si las escuelas cierran, particularmente aquellos estudiantes que carecen de la capacidad de recuperación, las estrategias de aprendizaje o el compromiso para aprender por su cuenta.
El gran desafío es cerrar la brecha digital en educación y garantizar que la tecnología digital brinde un acceso equitativo e inclusivo a la educación, debemos centrarnos en cerrar esas brechas digitales. Incluso donde conectarse es posible y asequible, se necesitan esfuerzos adicionales para empoderar a los grupos de estudiantes que están excluidos.
Por WILLIAM ANDRES BARRERA VELANDIA
INGENIERO EN TELECOMUNICACIONES