Las nuevas realidades de la familia, la docencia y la educación: Nuevos aprendizajes para nuevas formas de educar.
Por: Lic. Jaime Rincón Serrano.
Este 2020 será recordado en la historia como el año que trastornó la realidad en todas sus dimensiones, de una manera global y significativa; pues tanto las instituciones del estado como las privadas, las familias y los mismos individuos nos vimos en la necesidad de reinventarnos, y de reactualizar nuestras prácticas de ser y existir en el mundo de la vida. El concepto de “normal” tomó muchas formas, entre ellas cuidarnos, distanciarnos del otro, y estar continuamente conectados para poder seguir adelante con nuestros proyectos.
“Se trastornó la realidad de manera global y significativa”
En el ámbito familiar se redescubrieron los momentos prolongados de estar juntos, de comprender a qué se dedican los hijos en la escuela y de revalorar el acompañamiento que hacen los padres a los mismos en lo que respecta a su educación, actividades, tareas y procesos de aprendizaje. Muchas madres y padres hicieron el papel de profesores y se adentraron a experimentar lo complejo que es mantener al niño(a) concentrado(a), atento en su estudio, dedicado a entender lo que parece obvio y de dar respuestas inmediatas a procesos que realmente son demorados y que se maduran en el tiempo, la práctica y la ejercitación. Algunos padres entendieron que la escuela es más que una guardería, y que la labor del docente es ante todo paciencia sostenida, permanente y casi que inagotable.
“Algunos padres entendieron que la escuela es más que una guardería”
Para los estudiantes la situación tampoco ha sido distinta; muchos descubrieron que la escuela es menos tediosa que los largos períodos de confinamiento en el hogar; que es mucho más aburrido no tener nada que hacer, estar aislados, lejanos del juego, los amigos, las anécdotas vivenciales que surgen al encontrarse con otro de la misma edad y de los esfuerzos de sus profesores por enseñarles la ciencia, el arte, la cultura y la vida. Los estudiantes tuvieron que pasar de la presencialidad a la virtualidad, y muchos a estar desconectados, niño(a) concentrado(a), atento en su estudio, dedicado a entender lo que parece obvio y de dar respuestas inmediatas a procesos que realmente son demorados y que se maduran en el tiempo, la práctica y la ejercitación. Algunos padres entendieron que la escuela es más que una guardería, y que la labor del docente es ante todo paciencia sostenida, permanente y casi que inagotable.
“Algunos padres entendieron que la escuela es más que una guardería”
Para los estudiantes la situación tampoco ha sido distinta; muchos descubrieron que la escuela es menos tediosa que los largos períodos de confinamiento en el hogar; que es mucho más aburrido no tener nada que hacer, estar aislados, lejanos del juego, los amigos, las anécdotas vivenciales que surgen al encontrarse con otro de la misma edad y de los esfuerzos de sus profesores por enseñarles la ciencia, el arte, la cultura y la vida. Los estudiantes tuvieron que pasar de la presencialidad a la virtualidad, y muchos a estar desconectados, acompañados por las cartillas y los intentos de sus padres por que DESARROLLARAN ALGUNA HABILIDAD.
Los estudiantes, liberados de la presión social de sus compañeros y de los mismos docentes, que continuamente se desbordan en motivaciones para que lean, escriban, comprendan, experimenten y expliquen, quedaron a su autónoma responsabilidad, en la que pudieron medir su autodisciplina, el interés personal por aprender y su propia dedicación para el estudio. Algunos pudieron haber entendido lo importante de la interacción que supone la escuela, la riqueza de encontrarse con sus compañeros y con sus docentes; que la educación no es acumular información y mucho menos obtener buenas calificaciones, sino que es algo más, es vida que rompe las fronteras de las paredes de la casa e incluso de las redes informáticas, para construir mundos posibles de existencia humana.
“Descubrieron que la escuela es menos tediosa que el confinamiento en el hogar”
Y no menos esforzada y denodada fue la labor docente, que de un día para otro pasó de las aulas atiborradas de niños, niñas y adolescentes a pantallas y cientos de mensajes textuales en los que se tuvo que transformar la educación. La riqueza de la expresión corporal, de la emoción presente, del diálogo en aulas, pasillos y sala de profesores se trasladó a textos de WhatsApp y a un sin fin de correos e mail.
El mismo hecho de emigrar a la fuerza al uso de plataformas y tecnologías de la información generó tener que desarrollar competencias tecnológicas, ser experto no sólo en pedagogía y en su ciencia o arte específico, sino también en emisión y recepción de mensajes mediados por la informática. Los procesos pedagógicos ahora debían desarrollarse desde la distancia y la virtualidad, con horarios bastante flexionados, al igual que los currículos y las evaluaciones, a tal punto que esta virtualidad improvisada, permitió replantear la esencia de la labor docente, que definitivamente no consiste en transmitir información, ni llenar de datos las mentes de los estudiantes, sino que va más allá, se dirige a procesos de humanización, socialización, de desarrollo de competencias y habilidades científicas, artísticas, creativas socioemocionales, ciudadanas, tecnológicas y todas las que se involucran en la educación.
Sea este, también, el espacio apropiado para reconocer ese esfuerzo ingente de los docentes, que sin importar las condiciones impuestas por la pandemia, se reinventaron, dedicando el tiempo legal, y mucho más, a su labor y profesión, que no cesaron de enseñar y acompañar a los que pudieron, manifestándonos que en las crisis más agudas que pueda sufrir la humanidad muchas tareas se detienen, pero el espíritu de la pedagogía y la educación no. Pues aún en la crisis hay que aprender y hay que resolver problemas de vida y de sentido que se despejan con competencias que ejercita la educación.
“Los procesos pedagógicos ahora debían desarrollarse desde la distancia y la virtualidad”
Tenemos que reconocer que junto a la familia, los estudiantes, los docentes y el personal de apoyo de la institución estuvo un equipo administrativo y directivo preocupado por continuar con la labor educativa, buscando formas y medios apropiados para llegar a muchos, no sin lamentar profundamente, aquellos algunos, que por fuerza mayor terminaron en la deserción escolar, pero por quienes se hizo todo lo que estuvo al alcance de las posibilidades institucionales para que recibieran su derecho humano y constitucional a la educación. La reactivación de la página web, la salida al aire de la emisora institucional Colbraulio 89.2, el desarrollo de los procesos y proyectos transversales como el PAE, la elaboración e implementación de las cartillas con el contenido temático de todas las asignaturas y el acompañamiento virtual a estudiantes, padres de familia y docentes en la animación de su rol dentro del proceso educativo, son prueba fehaciente de dicha preocupación; siempre siguiendo los protocolos de bioseguridad y velando por el mayor y mejor bienestar de la comunidad educativa.
“Se buscaron formas y medios apropiados para llegar a muchos”
Por último nos queda reflexionar sobre la experiencia vivida, y salir enriquecidos y renovados de la misma, abriendo nuevas posibilidades de educar y acompañar a los niños, niñas y adolescentes, evitando las regresiones a formas anticuadas, y por mucho superadas, de ejercer la pedagogía, y más bien, descubriendo y reconociendo que los procesos esenciales o fundamentales que se viven en la escuela no tienen forma y desarrollo pleno en la distancia y la virtualidad; que la labor del docente supera en densidad y profundidad la gestión de la información con fines de calificación, y que en cambio, sí son imperativos los encuentros de sentido humano, enriquecidos con el desarrollo de las ciencias, el arte, la cultura y todo el entramado complejo de experiencias y vivencias que se tejen en la presencialidad que hace posible la escuela, a la que se va a curiosear, preguntar, imaginar, analizar, explicar, comprender, innovar, crear, vivir y amar para que juntos superemos hasta la más angustiosa pandemia.
Es así, que deseo que esta edición de nuestro Acontecer Braulista sirva de aliciente a toda la comunidad educativa, y que tras la lectura detenida de sus páginas reconozcamos y descubramos el esfuerzo de estudiantes, docentes, padres de familia, administrativos, directivos y personal de apoyo que no se detuvieron en la tarea de enseñar y aprender.
Cerraremos este año convencido de que hicimos lo mejor de nuestro equipo y esperaremos con ilusión que en el 2021 podamos reencontrarnos y darnos la mano con toda la comunidad educativa.